Bello Abril

Nos pasan tantas cosas en la vida, que si aparece el sol hay que dejarlo pasar... Abril, otra vez, para que no tengamos soledad. Y las violetas que coronan tu tristeza y las guirnaldas de tu inmensa soledad sos tan hermosa que jamás vas a dejar de brillar así aquí o allá... Sos parecida a los planetas que se mueven por ahí que no podés parar ya nunca de girar... Para que no tengamos soledad... para que no tengamos nunca más soledad... Fito Paez.

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Nombre: Abril Lech
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

jueves, noviembre 24, 2005

Verde Laurel

Porque en el medio de los colores que traducen energía el verde Laurel es el color de lo que se transforma, las hojas que mutan, la naturaleza con sus miles de variaciones de distintas tonalidades aceitunadas, acompañada por el sabor de la especie que agrega condimento a la vida misma...
Es el color que se corresponde con el chakra del corazón, desde donde nos nace la esperanza, la ilusión renovada, la calma para el alma dolorida, la restauración del astral... La angustia se cura con verde, la energía femenina es verde, porque su vibración como energía es restauradora.
Laurel de Verde. Venus y Libra. Pino y Abeto. Navidad que se acerca. Amor iluminado que renace cada 25 de Diciembre.
Verdes son las personas sensibles, aquellas que se encargan de reparar, por sus dotes naturales de sanación.
Esa misma niña toda pintada de verde (... remember please a la rana Renee: It´s not easy being green...) me acercó para mi tristeza un trozo de un cuento que ella intuía, me acercaría alguna respuesta. Que dice:
"(...)Durante los días que estuvo allí pasaron juntas cada minuto que pudieron. Se encontraban en alguna estación de metro, caminaban incansables por Covent Garden, se entretenían horas en el Central Market, cruzaban infinitas veces New Row, tomaban algo en el Cafe Rouge de la Wellington St. cuando no daban más, para luego internarse por Trafalgar Square con ánimos renovados. Verónica arrastraba a Daniela al Museo del Teatro. Luego Daniela la llevaba a zonas menos conocidas, más transgresoras, en las que parecía moverse como una más de aquellos personajes de cabellos coloreados, ropa extraña, actitudes ajenas u hostiles.(...) Interrumpiéndose y mezclándolo todo una enumeró los hombres que la amaron e idolatraron, mientras la otra detallaba los pormenores de la única relación que tenía y ¿tendría? y cómo ésta ¿se hacía más profunda cada vez?(...)

("La vida de un sorbo" de Marcela Castro Lechtaler)

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