No lo entiendo

Anoche, por casi dos horas, mi amiga y yo nos colgamos del teléfono. Ella vive lejos y acababa de escribirme un mail donde me decía que se había separado de su esposo por 17 años.

Imaginen mi sorpresa. El miércoles pasado, cuando nos juntamos con mis compañeras de colegio, yo había comentado qué tan armoniosa y feliz me parecía este matrimonio (¡juro que no vuelvo a hacer comentarios similares nunca más!). Y sin saberlo esa misma noche ellos estaban decidiendo seguir la vida cada uno por su lado.

Las razones no vienen al caso, pero son lo suficientemente extrañas como para que mi amiga repitiera una y otra vez: "No lo entiendo". Recordé entonces algo que escuché decir a un pastor protestante, Joel Osteen, respecto a aquellas situaciones a las que no les encontramos sentido.

Él sostiene que normalmente podemos asimilar una situación, por muy dolorosa que sea, si logramos encontrar un archivo en nuestro pensamiento en el cual la podamos poner. Por ejemplo, "Lo que sucede es que se mareó con el dinero". O "Andaba en malas companías". O "Le agarró el viejazo".

Pero, ¿Qué sucede cuando las cosas no tienen sentido? ¿Qué pasa cuando la vida no cabe cómodamente dentro de las categorías que conocemos? Por ejemplo una persona buena afectada por una grave enfermedad, un niño que nace con una deformidad, alguien que muere en forma injusta y temprana, o como en este caso, alguien que abandona un matrimonio por una circunstancia inentendible.

Es en esas ocasiones en las que cada uno de nosotros necesita un archivo que se llame “No lo entiendo”. Cuando surge algo que no tiene ninguna razón aparente hay que colocarlo en el archivo “no lo entiendo”, para no pasar todo nuestro tiempo queriendo encontrar una justificación o explicación que nos satisfaga de por qué suceden algunas cosas.

Es verdaderamente impresionante cómo muchas veces gastamos una cantidad enorme de energía emocional intentando encontrar explicaciones a cosas que para nosotros no la tienen ni la tendrán nunca porque nuestro esquema mental no puede entenderlas, aceptarlas o clasificarlas.

Yo aprendí que cuando algo no lo entiendo es porque hay datos que me estan faltando. Que la otra persona conoce y oculta. O que yo desconozco que existen. Pero paralelamente aprendí a no gastar mi tiempo en descubrirlos. Porque cuando lo hice para lo único que sirvió fue para traer más dolor a mi vida, perder mi precioso tiempo en explicaciones y justificaciones ridículas, amén de seguir sin entenderlo. Ahora simplemente intento sacar algo bueno de todo lo vivido, si lo hay.

Imagino que esas heridas emocionales tienen algún propósito de crecimiento. O son una preparación para algo mejor que está por venir. Pero aún cuando esto sea un estúpido consuelo, me parece sanador archivar el tema en la carpeta "No lo entiendo" y negarme a revisarla cada vez que el dolor del pasado quiera llevarme hasta allí.

Por eso cuando hay algo que no me cierra, y es preciso abandonarlo, comienzo a cantar bajito como Shaki y Ale Sanz "Te lo agradezco pero no", al tiempo que busco invertir mi energía personal en algo mejor. Que al fin y al cabo, corazón, se lo perdió él. TKM.